domingo, 17 de mayo de 2009

Deslices fotográficos

Tras recuperarme de la resaca post-parisina, hacer un lavado de cara al blog, que buena falta le hacía, y darle una y mil vueltas al anónimo misterioso, (el autor del cual aun no ha aparecido, por cierto) y tras una semana de miedo, a causa de los examenes i el ruter, que ha decidido tomarse una semana libre, vuelvo a la marcha bloguera habitual, con una nueva "sección", si se la puede llamar así, del blog. La verdad, no se si se le puede llamar nueva, porque como quizás ya hayáis observado, antes ya estaba, aunque no había tenido tiempo hasta ahora para dedicarle unas palabras a esos extraños objetos que aparecen, así por que sí, en el margen derecho del blog (todavía no se como llenar el izquierdo) en cuanto se acaba todo lo demás, y que parecen estar ahí tan solo para llenar hueco.
Pues bien, hoy dedico este post a mis "Deslices Fotográficos".


Siempre me ha gustado absorber paisajes con la mirada; Quedarme quieto y dejar que la visión de un río, un valle o una montaña me llenara los ojos, entrara a raudales por

mis pupilas, e inundara mi mente dejándola libre de otra cosa que no fuera el lugar en que me encontraba. El hecho de poder olvidarme de todo lo demás, y simplemente mirar, mirar y no hacer nada más, como si hubiera dejado de ser yo para limitarme a ser un par de ojos flotando en el aire, me relajaba de una manera asombrosa.
¿Que haces cuando te ha gustado mucho una película? Comprarla en DVD. (Más bien bajártela por el emule)
¿Que haces cuando te gusta mucho una canción? Compras el CD (bueno, sí, y de paso un póster y una camiseta)
¿Que haces cuando te gusta mucho algún lugar? La respuesta que nos llega inmediatamente a la mente es: hacer una fotografía.
Pues bien, yo discrepo. Si tuviera que contar con los dedos las veces que me ha decepcionado la fotografía de un paisaje que, en vivo, ha conseguido hipnotizarme, dejaría de poder rascarme antes de empezar.
No se puede (o yo al menos no se) capturar por completo un paisaje dentro de una fotografía. Hay cosas que no se pueden plasmar en un papel, y que hacen que la imagen esté incompleta. Ésta es la conclusión a la que he llegado tras kilobytes y kilobytes de fotografías de masas de un verde uniforme que los demás, cuando las miran, no pueden más que ladear la cabeza, fruncir el ceño, intentar descubrir el dibujo oculto y preguntar "¿Que es?", a lo que yo me veo forzado a responder "Emmm…Nada". Aquí cabe destacar que, si la cámara no fuera digital, la mitad de las fotos se quedarían donde están, ya que solo la aparentemente ilimitada capacidad de una tarjetita SD nos permite llevar a cabo este derroche fotográfico, con el que llenamos la memoria del ordenador de "Emm…Nada".
Ahora que, si esto fuera cierto, y la fotografía fuera siempre inferior a la imagen real, no veríamos esas fotografías tan impresionantes que salen cuando pones cualquier palabra en el buscador de imágenes de Google, los vendedores de postales tendrían que vender camisetas, y todos los fotógrafos acabarían en el paro. Que yo no sepa hacer fotografías como dios manda no quiere decir que no sea posible hacer verdaderas obras de arte con una cámara.


Son muchos los años que llevo manejando mi cámara digital, y algún que otro momento de locura al fijarme en el juego de luces de una simple hoja, una puesta de sol especialmente peculiar, algún que otro afortunado accidente de la naturaleza, o el siempre bello y encapotado cielo de París, han hecho posible que, si miras a la derecha de este blog, y le das a la rudecita hacia abajo, encuentres algunos de los más afortunados segundos que mi humilde Fujifilm ha tenido la suerte de poder capturar.

1 comentario:

  1. En parte estoy de acuerdo contigo. Como dice Jesús Tusón, "una imatge NO val més que mil paraules".

    Sin embargo, no podemos olvidar que tu cámara Fujifilm es lo más grande que nos ha pasado en nuestra vida a unos pocos elegidos. Con ella grabamos ciertas "películas" (si se pueden llamar así), hace algún tiempo ya, que no olvidaré. Ni nuestra dignidad, creo, que tampoco.

    En fin, que muy bien el texto, como siempre. ¡Ah! Soy Zarach, que se me olvida.

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