lunes, 22 de marzo de 2010

Sin derecho a quejarte

Actualiza el blog, actualiza el blog, a ver cuando actualizas el blog, ¿por qué no actualizas el blog? papá, ¿puedo actualizar el blog? Señor, ¿por que no actualiza ese blog? Una ctualización de blog, por favor, pero sin mucho azúcar. Y entonces, napoleón actualizó su blog y...
Como se nota de donde salen las exigencias. Gente que por no tener no tiene ni internet, viene por aquí exigiendo. Alguna vez te tengo que hacer ponerte a ti a escribir, a ver que te parece. Si no fuera porque sé que lo haces por el bien de mi dimensión literaria...

Bueno, ya ha pasado un buen tiempo desde la última actualización, justificada (que raro) por la redacción de valenciano, y creo que os debo un post de temática un poco menos... digamos académica. Creo que esta vez me voy a pasar al plano espiritual y os voy a hablar de mi nuevo dios, que bien lejos de ser un ídolo de madera, se trata de esa compleja y siempre sorprendente criatura llamada ser humano.


Siempre había dicho que tenía una fé ciega en el ser humano. Sé que muchos podríais sacar argumentos como para tumbar ésta afirmación y que no se volviera a levantar, pero yo estaba convencido de ella, aunque no sabía muy bien por qué.
El otro día, éste nuevo fenómeno, aún sin explotar que son las redes sociales, dejó caer en mis manos éste video, y con él, la respuesta, o la justificación que andaba buscando. Había algo latente en esa fe en las personas humanas, pero hasta ahora no le había puesto rostro.





Ésto fue lo que ví, un inspirador cortometraje, como lo describe su propio texto de youtube, y un reencuentro con un personaje donde los haya, del que ya había tenido alguna que otra noticia: el canadiense Nick Vujicic.
Mi curiosidad por ésta persona aumentó, y fue entonces cuando topé con el segundo video, una conferencia de las muchas que, al parecer, nuestro amigo Nick se dedica a ofrecer, transmitiendo lo que él mejor que nadie puede transmitir: unas ganas de vivir que no admiten excusa.
La historia de Nick, lejos de quedarse en un simple fenómeno de circo, es un verdadero ejemplo, o debería serlo, para todos aquellos que se ven sin fuerza de hacer algo. Nosotros tal vez, sentados en donde quiera que se siente cada uno de los que lean esto, no seamos conscientes, y esto nos resbale, pero me gustaría que le dedicárais un momento a pensar que, si éste hombre ha sido capaz de llegar hasta donde ha llegado sin brazos ni piernas, ¿Acaso hay algo que nos pueda impedir lograr lo que deseamos? ¿Acaso hay barreras insalvables? ¿o es solo que nos obstinamos en vernos sin piernas ni brazos, que nos ciegan nuestras limitaciones hasta llegar a ocultarnos todo lo que somos capaces de hacer?
Nadie puede hacernos reflexionar sobre ésto mejor que él mismo, y éstos fueron los videos que encontré de su conferencia. No os puedo obligar a verlos, yo mismo he deshechado ver muchas cosas interesantes por no tener ganas. Pero os recomiendo que, cuando tengáis realmente disposición por verlos, os sentéis i los escuchéis detenidamente, pues pueden cambiar vuestra manera de ver el mundo de una manera radical:







Una reflexión que deseaba hace tiempo hacer sobre una historia que me ha quitado el derecho a quejarme, y a decir "no puedo". Y es que, después de ésto, no es que debemos sentirnos motivados, y vernos con capacidad de hacerlo, sino que no tenemos DERECHO a decir que somos incapaces de hacer algo.
Porque, si algo nos ha demostrado NIck es que, para éste complejo animal al que llamamos ser humano, nada es imposible

lunes, 1 de marzo de 2010

Encontre prohibit.

Quan vaig arribar a l’ermita, m’estava esperant. No se per què havia acceptat anar-hi. De fet, amb cada pas que feia em creia més segur de que el següent seria el últim donat en aquella direcció, i el primer de tornada cap arrere. Però mai vaig donar aquell pas.
-Sabia que vindries – em va dir.
-Podries haver-m’ho dit, i m’hauria estalviat tota una nit de dubtes.
El vent havia deixat de bufar a l’exterior. Ell va seure al petit altar de pedra, i va traure un cigarret de la butxaca. Va encendre-lo, i es va quedar mirant a l’horitzó. En les circumstàncies en què ens trobàvem, l’únic horitzó que el destí podia donar a les nostres mirades era la podrida porta de fusta de l’ermita.
-Moltes gràcies per vindre - va dir, al temps que calava el cigarret
-Saps el que ens podrien fer si ens trobaren, ¿no?
-No m’importa el que ens puguin fer. Només estic encara ací perquè tenia l’esperança de tornar a veure’t
-La setmana que ve ens anem, ¿ho saps, no?
-Si. – va fer el cap cap amunt per fer fora el fum – quedeu pocs, maleïda siga. No se com poden estar tan cecs. El front avança, Madrid s’apropa, Espanya es salva. I per tot arreu deixem morts que fa un any cantaven pasodobles amb nosaltres a les festes del mateix poble.
-És la guerra, Miquel. És així.
-Guerra? Això es de bojos! Ens matem els uns als altres. Es aquesta la pàtria que volem? Creia que podria fer-te entrar en raó- va calar, nerviós, i es va tranquil•litzar- No et recordes del poble, Fermin? Fa dos mesos que disparo a l’aire per por a que un d’aquells caps siga el de Josep, el de Fran, el de Tobíes. ¿Et recordes d’ells? Se’ls van emportar els republicans, dos dies abans que a mi se m’emportaren els nacionals. Estic fart, Fermin. Fart de tot això.
Va deixar de fumar, i em va oferir. Jo li ho vaig refusar. Mai havia fumat. No obstant, no vaig poder dir que no a la botella de whisky que va traure a continuació.
-Però ara, deixem les lamentacions per a un altre moment. Es hora de recordar vells temps.
Si volguera recordar la meitat de les coses que vam parlar aquella nit, em seria impossible.
El que mai oblidaré, no obstant, es l’explosió del fusell del meu germà quan vaig abandonar l’ermita, i la seua cara en acomiadar-se de mi per darrera vegada.

Una altra vegada, la redacció de valencià, amagada amb un intent de fer cas a Mireia amb la seua exigència de titols suggerents. ¿Alguna cosa que afegir, en la meua defensa? Efectivament, no sabia que havia que fer-ho sobre la magdalena.