Parece mentira que, en la sociedad en la que vivimos, en la que la gente intercambia sin pensárselo dos veces tiempo por dinero, haya gente que lo deje perder.
Por todos lados encontramos hombres de corbata y maletín, hombres respetables, y racionales, por el simple hecho de llevar dichos distintivos, pagar gasolina por llegar antes al trabajo, por un parking para no tener que perder tiempo buscando un aparcamiento, por una hamburguesa en una bolsa por no tener que sentarse en un bar a pedir que le preparen un bocadillo, por un AVE Madrid-Barcelona, por llegar antes a la playa, por investigaciones para alargar la vida, por el peaje de la autovía, o por preservativos que prolonguen las relaciones para adultos.
Del mismo modo, a estos hombres se les paga porque dediquen ocho horas de su tiempo a realizar alguna actividad para beneficio de otro, y en caso de trabajar más de lo estipulado, es necesario exigir un pago mayor, en compensación.
Es por eso que no podemos esperar que nadie nos preste ni un minuto de su tiempo de manera gratuita. Ya podemos estar retorciéndonos de dolor o asfixiados por una necesidad, que pocos serán los que te regalen desinteresadamente un segundo de su valioso tiempo
“Sí, hombre, con lo que me ha costado a mí”
“He pagado 3,50€ por estos cinco minutos, y no se los voy a dar”
“Ya que he encontrado un minuto en oferta, no se lo voy a dedicar a usted”
“Para eso llevo ahorrando minutos para conseguir este cuarto de hora, para dárselo a alguien que ni siquiera conozco”
Por este motivo, y quizá por algunos más que se me escapan, deberíamos reflexionar los aburridos, los vagos, los hastiados y los escritores si no estamos desperdiciando una materia prima tan valiosa como es el tiempo. Cada minuto que pasamos delante de la pantalla del ordenador, estamos echando por la alcantarilla el dinero que a otros les cuesta tanto de ganar. Es como si estuviéramos asaltando la cartera a nuestros padres para echar el contenido en un pozo, para que, por añadidura, nadie pudiera aprovecharlo. Yo creo que, toda la gente que echa tiempo por la ventana, como si no se dieran cuenta de que hay gente ahora mismo que se está dejando el sueldo por conseguir unos minutos de más, se merecen un buen par de varazos bien dados.
Debería darnos vergüenza.
Vaya, parece que los posts se conservan bastante bien, no se pudren, ni se echan a perder, porque este lleva enlatado unas dos semanas, y sigue igual que cuando lo escribí, el mismo día que el anterior.
¡A disfrutar del verano, que lleva acabándose desde que empezó!