viernes, 27 de febrero de 2009

Entre la espada y... ¿otra espada?

Bueno, aprovecho este breve respiro que me permiten los exámenes que han venido, que me persiguen desde hace ya un par de semanas y de los que me he podido esconder, tras la pequeña esquina que proporciona el fin de semana, y los exámenes que aún quedan por venir, que aguardan al acecho al otro lado de este pequeño recodo, garrote en mano, acompañados de entregas de trabajos, huelgas desorganizadas, y demás bestias pardas, para dedicar un par de minutos al blog, que entre unas cosas y otras lo tengo abandonado al pobre.

Sentía la necesidad de escribir algo, aunque no fuera gran cosa, porque ya me estaba empezando a inspirar cierta lastimilla. Ayer entré aquí, y me lo encontré con el cuenco de los comentarios vacío, pues los anteriores ya se los había terminado, y con el último post ya en avanzado proceso de descomposición en la caja de arena. En cuanto me ha visto, no ha dejado de suplicar, desde la intimidad de su carpeta en el escritorio, que le cambiara la caja de arena para que alguien se atreviera a acercarse a darle de comer.
A diferencia de un diario, un bloc de notas, o alguna majadería similar, dar de comer tú mismo a tu blog no está demasiado bien visto, a no ser que sea para reorganizar algo de lo que ha ido echando la gente. El blog lo alimentan los demás, tu tan solo intentas cambiar a menudo la caja de arena, para que la gente pueda acercarse sin miedo, y de vez en cuado peinarlo, acicalarlo, y cambiar su aspecto exterior, aunque no soy muy partidario de cambiar la estética de un blog; precisamente lo elegí negro en la bloguera (la perrera de los blogs) para que la gente no se fijara en el color, ni en el diseño, sino en lo que había dentro.

Ah, curioso día en el que me hice con este blog. Ya sabía de la existencia de estas criaturas, pero no me había parado a observarlas hasta que un par de personas a que conozco se hicieron con uno. Al principio me parecía un poco raro; pero luego, pues ya se sabe: culo veo, culo quiero. Así que me fui a la bloguera más cercana a hacerme con uno. Aquí debo decir que nadie me advirtió que había dos tipos de blogueras, las punto es y las punto com. Y ale, si había una posibilidad entre dos, pues yo tenia que ir a por la mala, y me vi dueño de un extraño blogspot.es. No es que tenga nada en contra de estos bichos, a lo mejor son muy majos, y eso, pero... ¡eso no es lo que quería! Y como un niño que ha cogido un berrinche porque le han dado el helado de otro sabor, tiré al suelo el primero y volví llorando a por un blogspot.com, el cual permaneció durante un tiempo en el anonimato, sin nada más que un tímido par de entradas de contenido extraño.
Aunque quizás sea pronto para ponerme a hablar de los inicios de este blog, es que verlo tan solito y abandonado, cuando acaba de cumplir los dos mesecitos de vida... no se, me da morriña, ¿normalmente, la gente se deshace de los blogs cuando ya han perdido la gracia, no? no cuando son cachorros.

Por cierto, donde se abandonan los blogs? en los buscadores web? en los diccionarios online?
Mmm… no se de nadie que haya abandonado un blog…

domingo, 8 de febrero de 2009

Oye, que si tienes hora?

Piensa en esto: cuando te regalan un reloj te regalan un pequeño infierno florido, una cadena de rosas, un calabozo de aire. No te dan solamente un reloj, que los cumplas muy felices, y esperamos que te dure porque es de buena marca, suizo con áncora de rubíes; no te regalan solamente ese menudo picapedrero que te atarás a la muñeca y pasearás contigo. Te regalan -no lo saben, lo terrible es que no lo saben-, te regalan un nuevo pedazo frágil y precario de ti mismo, algo que es tuyo, pero no es tu cuerpo, que hay que atar a tu cuerpo con su correa como un bracito desesperado colgándose de tu muñeca. Te regalan la necesidad de darle cuerda para que siga siendo un reloj; te regalan la obsesión de atender a la hora exacta en las vitrinas de las joyerías, en el anuncio por la radio, en el servicio telefónico. Te regalan el miedo de perderlo, de que te lo roben, de que se caiga al suelo y se rompa. Te regalan su marca, y la seguridad de que es una marca mejor que las otras, te regalan la tendencia a comparar tu reloj con los demás relojes. No te regalan un reloj, tú eres el regalado.

Julio Cortázar


Siempre me ha gustado mucho este... lo que sea. Un cuento no es, pero tampoco se puede definir como cualquier otra cosa, así que lo llamaremos texto.
Para mi, lo que tenía que decir está mucho mejor expresado en este texto que en cualquier cosa que yo pueda escribir. Tal vez sea cargarle el pato a otro pero, ¿quien no lo hace, en estos tiempos?

Lo que básicamente cuenta aquí (para los que pasan de la cursiva) es que el ser humano es masoquista por naturaleza. Por si no fuera suficiente ser esclavos del tiempo, estar atados constantemente a su incansable paso, no lo dudamos ni un momento en llevar esa atadura a todas partes, y hacerla más fuerte mediante un acto tan simple como es un reloj de pulsera. Es cierto que, en el mundo en que vivimos, es imprescindible controlar el paso del tiempo, pues estamos sujetos constantemente a horarios, citas y demás bestias pardas y que, una vez nos acostumbramos a llevarlo, nos sentimos desnudos sin un reloj colgando de la pulsera.
Aunque, después de una temporada sin llevar reloj... no se... te sientes más libre.
Lo digo por experiencia propia.


Bueno, dije en el anterior que lo pondría, y aquí está, aunque creo que no lo volveré a hacer, porque este tipo de promesas te crean una cadena, y aunque no quieras, tienes que escribir el post sobre eso, "por cojones", si no quieres sufrir la reprobación de todo aquel que lea tu blog. Así que, intentaré evitar cosas como esta.

jueves, 5 de febrero de 2009

Tienes hora?

Hoy, no se por que, vengo a hablar del tiempo.
No es que me haya quedado sin tema de conversación, y mire al cielo en busca de ayuda, (aunque estos días habría bastante de que hablar); no es de esa clase de tiempo, sino del tiempo al que nos empeñamos en atarnos de pies y manos, dejando que nos arrastre como una corriente desbordada, que sabemos de sobra donde nos va a llevar.

Las personas estamos atadas al tiempo, es como un muro que nos empuja desde atrás, sin permitirnos un segundo de descanso, avanzando minuto a minuto, sin detenerse jamás.
Podemos vivir con esto a nuestras espaldas mientras nos mantengamos a cierta distancia, anticipándonos a él, y no dejándonos que nos arrastre. Lo malo viene cuando nos dejamos algo por el camino, e intentamos parar, o incluso volver atrás, entonces es cuando nos arrastra, y nos desesperamos intentando atravesarlo, intentando reparar lo que hemos hecho. Y entonces, es cuando nos domina.
Aunque, si es un problema estar demasiado cerca de ese muro, sin espacio para maniobrar, también es malo estar demasiado lejos, pues si te anticipas demasiado al muro, llega un momento en que no te queda nada que hacer, y no te queda más remedio que detenerte a esperar, perdiendo un tiempo precioso de tu vida sin hacer nada, sin avanzar, cuando al tener tanta prisa, has dejado porel camino cosas por hacer, asuntos por acabar, y que ahora ya han sido sobrepasados por el muro el tiempo.
Loe mejor es sentarse con la espalda sobre el muro, y contemplar el paisaje, al tiempo que se afronta la vida tal como viene, sin intentar volver a arreglar los descuidos del pasado, ni tener demasiada prisa por alcanzar una meta

Las personas, como todo, estamos atadas al tiempo, eso está claro, pero, además, nos gusta rizar el rizo y, para colmo, atarnos nosotros al tiempo.
Me apetece hacer corto este post, en el próximo os pondré un texto de Cortázar, todo un clásico que incluso convirtieron en anuncio, que refleja muy bien esto que pretendo decir.

Mmm... Me parece que debería de pretender un poco menos; este blog me está quedando un poco pedante, para tener solo tres lectores y medio.