Por algún motivo que no alcanzo a comprender, existe la tendencia, por parte de los medios de comunicación de criminalizar, vulgarizar, o restarle importancia a todo aquello que tiene relación con los jóvenes.
Los jóvenes hacen botellón, los jóvenes son unos vagos, los jóvenes no saben lo que es la responsabilidad, los jóvenes no leen, los jóvenes no saben expresarse, los jóvenes son jóvenes...
Ante esto, los jóvenes, -a los que por cierto, les da igual el mundo- no deberían hacer nada más que encogerse de hombros, y aprender a encontrar en la sociedad a un enemigo en potencia, que les obligue a convertirse en adultos responsables y productivos cuanto antes. Pero a algunos nos hace pensar que muchos de los miembros de nuestros círculos más cercanos (amigos, para los de la Logse) son algo peor que delincuentes. ¡O peor! Anarquistas...
Un ejemplo de ello, y la idea a raíz de la cual surge este pensamiento, es un artículo sobre el lenguaje de los SMS: un lenguaje visto, desde el punto de vista de los mayores expertos en el lenguaje como todo un asesinato del castellano, una aberración, el anticristo de la sintaxis.
Poco recuerdan los que mortifican los chats, las abreviaturas y el lenguaje consonántico de los mensajes de texto, cuánto éxito, y sobre todo aceptación entre el mundo de la cultura, la lengua y la literatura, tuvieron en su época los telegramas, que no eran ninguna aberración, ni nada parecido, sino que además contaban con cierto encanto cinematográfico. El lenguaje telegráfico se trataba de un lenguaje también basado en la omisión de elementos lingüísticos (preposiciones, conjunciones, determinantes) como método para economizar el mensaje. El mismo trato que se le dio en su día al telegrama debería dársele al SMS.
Está claro que este nuevo sistema, al aterrizar en la era de la comunicación, está al alcance de todo el mundo, y es utilizado por un mayor número de usuarios que el antiguo telégrafo, pero eso no puede ser utilizado como excusa en nuestra contra. Alguien me dirá que la causa de la condena del SMS por parte de las autoridades es la filtración de este tipo de lenguaje a los registros más formales de la lengua, cómo exámenes, o redacciones académicas. Ante esto, basta con razonar un poco: si en la época de los telegramas, alguien hubiera comenzado a escribir telegráficamente, ¿hubiéramos ido a estrellarle el telégrafo en la cabeza a su inventor, hubiéramos crucificado a los telegrafistas?
Antes esto, tan solo decir, que la culpa no es de los SMS, sino de la educación (una vez más)

Aunque no son solo los SMS. También es muy frecuente encontrar en los medios titulares como éste:
"Un jóven de 34 años asesina a una mujer mientras paseaba por la calle."
No se vosotros, pero yo conozco gente de 34 años que ya se está empezando a quedar sin pelo, está casado y hasta tiene hijos. Creo que deberíamos definir con una mayor precisión donde se halla exactamente el umbral que diferencia un joven de un adulto antes de llenar la prensa con titulares de este tipo. Y es que, como decía una de esas personas que no pueden dejar de pensar ni en el trabajo, el hecho de que nos bombardeen constantemente con la palabra "joven", seguida de atrocidades como ésta, tan solo logran crear una desconfianza en la población, ante cualquier manifestación de juventud. Si, en lugar de "joven" pusiéramos "adulto", la gente se pasaría a la otra acera en cuanto viera dos o tres adultos hablando entre ellos por la calle. Y si utilizáramos el término "persona", ya ni siquiera saldríamos de casa.
Los jóvenes no sabemos lo que es la responsabilidad, a los jóvenes nos resbala todo, los jóvenes no merecemos un reconocimiento, los jóvenes somos Malos...
¿Que es lo que hace que la juventud de hoy en día esté tan corrompida? ¿Qué causa todos los constantes problemas de la juventud que escuchamos, leemos y vemos cada día? ¿Es todo culpa de Mecano? ¿Fue su música, allá por los años 80, la que causó un trastorno en el esperma de toda España, creando una generación de degenerados? ¿Es todo culpa de la tele?
¿O hay algo más?