jueves, 8 de noviembre de 2012

El grito de la mente crítica


(Esta entrada está por duplicado, proviene, de hecho, de Puño y Letra. No obstante, me parecía adecuado ponerla también aquí. Lo más filosófico que he escrito en PyL, y lo más político que he escrito en UncCharcodeIrrealidad.)

Cuando observas la realidad con un ojo crítico, aprendes a ver el mundo con otra perspectiva.
Se trata de ver el mundo con otra óptica, observando causas, consecuencias, procesos a largo plazo.
Cuando miras a la sociedad con esta mirada crítica, y piensas en los cinco millones y medio de parados, no piensas: "que mal esta el país". Sabes que esos parados tienen un origen, en la especulación y el ansia de riqueza, que les ha hecho pagar por los errores que otros han cometido.
Cuando miras de esta forma a la política, y ves que el partido del gobierno desangra continuamente a una población que ya sufre, no piensas "la política no sirve para nada". Sabes que ese gobierno tiene su origen en el miedo, además de en una cultura política basada en la inercia, la despreocupación, y en no calibrar las consecuencias políticas de un acto tan simple como votar, o no hacerlo.
Cuando observas detenidamente la economía y ves que los pobres cada vez son más pobres y los ricos cada vez más ricos, no piensas "eso ya se sabe y nunca va a cambiar". Piensas que es el macabro fruto de un sistema injusto, en el que contribuimos todos, por acción u omisión; en el que cada moneda de más que los ricos gastan en sus restaurantes, coches y viajes, es una moneda que se quita de la boca del resto.
Cuando eres consciente de todo esto, surge la indignación, la protesta; y "la sociedad" o "el mundo" reciben el nombre de capitalismo, y eres consciente de que existe la injusticia.
Pero todo cambia el día en el que a esos cinco millones y medio de parados se les añade uno mas. Todo cambia el día en el que hay una familia más en el camino del empobrecimiento. Todo cambia el día en el que te quitan esa moneda que te ibas a llevar a la boca, y contemplas, sin poder hacer nada, como otro se lo gasta en lujos, usurpados sin pudor ni vergüenza, ostentados con desprecio.
Todo cambia el día en que el parado eres tú, y la moneda es tuya.
Ese día el que observa críticamente la sociedad deja de ver el sistema como capitalismo, con los ojos de la indignación y la injusticia. Deja de pensar que el mecanismo de reparto de la riqueza es completamente desigual, que el paro esta causado por los intereses del sistema, o que la política es decadente.
Sencillamente, para él el sistema es ahora barbarie.
Para él, el paro, el empobrecimiento y la tristeza, engendros de la barbarie, consecuencias de un sistema que solo se expresa en términos de violencia, de desprecio y de egoísmo, son ahora bestias que arañan la puerta de su casa, que amenazan con entrar, y que empiezan a colarse poco a poco en su realidad vital.
En ese momento, ya no hay lugar para la indignación. Lo que antes era percepción consciente e interiorizada de la injusticia se transforma ahora en pura y desbocada rabia, en ganas de acometer contra todo, de destruir todo lo que es injusto y genera dolor e injusticia.
Ante la violencia del sistema, el que la sufre sin saber de donde viene esa violencia siente miedo y angustia. Pero el que la sufre y además comprende de donde viene, el que es capaz de reconocer a quien está provocándole dolor, ya no se acobarda, sino que alza la voz y grita, en una exclamación de ira desatada, de rabia, de rebelión.
Este grito rompe los oídos de quienes están alrededor. Suena muy fuerte, molesta, sobrecoge. Ya no es un enunciado que analiza, es un grito que se expresa con palabras de rabia, que busca la destrucción de aquello que odia. Este grito es violento, radical, y no admite réplicas.

No obstante, no se debe culpar al que grita. Este grito, en realidad, no tiene su origen en el oprimido. Es la cristalización de la violencia que la barbarie ha sembrado en él. Es sencillamente la reacción completamente natural y necesaria, fruto de esta violencia, y que demuestra que en el oprimido aún queda algo de humanidad. El oprimido, como simple receptáculo de la rabia, tan solo actúa por un condicionamiento natural.
No se le puede reprender el grito.

lunes, 30 de abril de 2012

Nos hacemos viejos

Parece mentira la capacidad que tiene la mano invisible que llamamos destino (no es la misma mano invisible que la de Adam Smith) nos hace perdernos en los lugares más insospechados. Fijaos hasta que punto llega esto que he acabado ni más ni menos que aquí, en este blog olvidado y abandonado que más de una vez he pensado en sacrificar. Y sobre todo ahora, que su primo el politizado Puño y Letra copa toda mi producción escrita.
Ultimamente me ha dado por pensar que he madurado, que he dejado atrás una etapa de mi vida, y que el estrés, y la realidad observada en toda su complejidad sociológica y en toda su crueldad real me habían hecho dejar atrás a un yo inmaduro y despreocupado para dejar sitio al nuevo yo.
Sin embargo, revisando los escritos del verano de 2009  en adelante, mi yo de los 16 años se me ha encarado para echar por tierra cualquier acusación de inmadurez. Me he sorprendido a mi mismo con pensamientos mucho más profundos y con un lenguaje mucho más elaborado; en definitiva, a un yo más joven y soñador, menos metido en la realidad aunque interesado por ella.
Ahora, el mundo me tiene secuestradas las ganas, el tiempo y el arte para escribir como lo hacía. No obstante, no tengo ninguna duda de que si mi yo de los 16 viniera a hacerme una visita, solo podría extraer una conclusión:
- ¡Que viejo estás!
Lo siento, uncharcodeirrealidad, y gracias por estar ahi para recordarme lo que un dia fui, y que todavía guardo con cariño, aunque seguro de que no va a volver, o al menos no en la misma forma.
Pero que se le va a hacer, el yo con el que me he encontrado es un yo que, a pesar de tener EQF, SJO, y las Letras, no se había encontrado con 2012, Sociología, la Política, Valencia, el gobierno del PP, los recortes, el paro, el curro, la falta de tiempo, y todo un arsenal de espadas de Damocles que amenazan con descolgarse en cualquier momento y acabar con lo que se daba.
Pero siempre nos quedará el recuerdo de aquella época dorada.

viernes, 2 de septiembre de 2011

Silencio verde

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Noche cerrada de mayo

Cerrada para tí y para mí

Y cerrados nosotros para ella

Cerrados en nosotros.

Brazos que cuelgan de mi cuello

Y ojos que miran en silencio

Ojos verdes que me miran

En silencio verde

La noche silenciosa tiene celos

Celos de noche entrada en años

Que tantos amores ha visto

Solitaria y envidiosa

Por ser negro su silencio

La noche nos mira, furiosa

Y poco a poco se acaba,

Se cierra y yo con tu silencio

tu silencio verde

tu besos verdes no suenan

pero en el fondo suena un trueno

rugido envidioso de la

noche que rompe el silencio.

El silencio verde

un abrazo no rompe el silencio,

pero huele a verde, como él

como tú

y por un momento, incluso

agradezco el trueno celoso

la noche se cierra para nosotros

envidiosa, nos echa fuera

y con ruidos de un cielo

cada vez menos negro

busca romper tu silencio

tu silencio verde

pero tu te separas de mi

solo un poco, no te vas

y volviendote verde hacia mí

cierras la noche con tu risa

risa blanca que rompe tu silencio

tu silencio verde


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jueves, 7 de abril de 2011

Palabras prestadas

De nuevo vuelvo a actualizar este blog que cada día se parece más a un cadáver cibernético, y del que parecen acordarse más los demás que yo mismo; de nuevo lo actualizo, y de nuevo lo hago con palabras prestadas, esta vez de un amigo que quiere que sea su mediador hacia el mundo, que ponga voz a su grito. Un grito que os muestro sin más preámbulos:

EL AMOR

Según la real academia española de la lengua se denomina amor a aquello Sentimiento hacia otra persona que naturalmente nos atrae y que, procurando reciprocidad en el deseo de unión, nos completa, alegra y da energía para convivir, comunicarnos y crear.

El amor como el amar es algo que todo ser humano ha tenido desde que naces como por ejemplo el amor a una madre el amor a tu padre, hermano… a lo que también se le puede denominar afecto. A lo que yo me quiero referir es al hecho de amar la cantidad de alegría, de felicidades, de sonrojos que te puede dar esta palabra, lo que sientes cuando tu amor es correspondido, la sensación de que te amen esa sensación hay que vivirla no puedes contarla con meras palabras.

Podríamos decir que hay una gran diferencia entre amor y amar aunque no lo parezca, más que nada lo digo por experiencia propia porque tu puedes amar con toda tu alma a una persona pero si esa persona no siente el mismo amor por ti ya te puedes hacer castillos en el aire pero que nunca te amara, porque del dicho al hecho hay un gran trecho.

Dentro del amor entre dos personas en mi opinión la palabra que mejor te puede sentar , la que te hace sonreír , sonrojarte o simplemente que haga que te quedes sin palabras es escuchar un simple te quiero una palabra que te la digan en cualquier sitio en el lugar más remoto del mundo si te la dice una persona especial nunca pierde su verdadero significado , ya que si ese te quiero se dice por decir se queda en una simplemente de ocho leras y las palabras se las lleva el viento , mientras que si ese te quiero sale de esa persona especial , de esa persona que cuando piensas en te brilla la mirada , en esa persona que en cualquier momento que pienses en ella te sale esa sonrisa que nadie si no tu entiende por qué sale , ese te quiero hace de que tus labios salgan otros y los que hagan falta y siempre seguidos de una pequeña sonrisa.

Ya que amigos no hay mejor cosa que amar y ser amado, disfrutar de ese momento y si algún día te quedas sin esa persona especial a la que tanto querías no llores por eso no vale la pena amar en balde sino sonríe y acuérdate de todos esos te quiero

que te dijo de todos esos momentos en los que se paraba el tiempo con un solo beso. Pero si de verdad es tan grande ese amor lucha nunca te rindas y si te caes levántate ya que el amor mueve montañas pero nunca llegues a obsesionarte por amor por que si al final no es correspondido nunca llegaras a conocerlo que es amar ya que estarás sufriendo por AMOR.

Y para terminar como dijo el gran Lope de Vega :

huir el rostro al claro desengaño,

beber veneno por licor süave,

olvidar el provecho, amar el daño;

creer que un cielo en un infierno cabe,

dar la vida y el alma a un desengaño;

esto es amor, quien lo probó lo sabe.

domingo, 13 de febrero de 2011

Tuya será la tierra

Rudyard Kipling
Rudyard Kipling, poeta periodista y novelista inglés nacido
en Bombay en 1865 y ganador del nobel de literatura en 1907


If…

If you can keep your head when all about you
Are losing theirs and blaming it on you;
If you can trust yourself when all men doubt you,
But make allowance for their doubting too;
If you can wait and not be tired by waiting,
Or, being lied about, don't deal in lies,
Or, being hated, don't give way to hating,
And yet don't look too good, nor talk too wise;

If you can dream - and not make dreams your master;
If you can think - and not make thoughts your aim;
If you can meet with triumph and disaster
And treat those two imposters just the same;
If you can bear to hear the truth you've spoken
Twisted by knaves to make a trap for fools,
Or watch the things you gave your life to broken,
And stoop and build 'em up with wornout tools;

If you can make one heap of all your winnings
And risk it on one turn of pitch-and-toss,
And lose, and start again at your beginnings
And never breath a word about your loss;
If you can force your heart and nerve and sinew
To serve your turn long after they are gone,
And so hold on when there is nothing in you
Except the Will which says to them: "Hold on";

If you can talk with crowds and keep your virtue,
Or walk with kings - nor lose the common touch;
If neither foes nor loving friends can hurt you;
If all men count with you, but none too much;
If you can fill the unforgiving minute
With sixty seconds' worth of distance run -
Yours is the Earth and everything that's in it,
And - which is more - you'll be a Man my son!






Si puedes mantener la cabeza cuando todo a tu alrededor
pierde la suya y te culpan por ello;
Si puedes confiar en ti mismo cuando todos dudan de ti,
pero admites también sus dudas;
Si puedes esperar sin cansarte en la espera,
o, siendo engañado, no pagar con mentiras,
o, siendo odiado, no dar lugar al odio,
y sin embargo no parecer demasiado bueno, ni hablar demasiado sabiamente;

Si puedes soñar-y no hacer de los sueños tu maestro;
Si puedes pensar-y no hacer de los pensamientos tu objetivo;
Si puedes encontrarte con el triunfo y el desastre
y tratar a esos dos impostores exactamente igual,
Si puedes soportar oír la verdad que has dicho
retorcida por malvados para hacer una trampa para tontos,
O ver rotas las cosas que has puesto en tu vida
y agacharte y reconstruirlas con herramientas desgastadas;

Si puedes hacer un montón con todas tus ganancias
y arriesgarlo a un golpe de azar,
y perder, y empezar de nuevo desde el principio
y no decir nunca una palabra acerca de tu pérdida;
Si puedes forzar tu corazón y nervios y tendones
para jugar tu turno mucho tiempo después de que se hayan gastado
y así mantenerte cuando no queda nada dentro de ti
excepto la Voluntad que les dice: “¡Resistid!”

Si puedes hablar con multitudes y mantener tu virtud
o pasear con reyes y no perder el sentido común;
Si ni los enemigos ni los queridos amigos pueden herirte;
Si todos cuentan contigo, pero ninguno demasiado;
Si puedes llenar el minuto inolvidable
con un recorrido de sesenta valiosos segundos.
Tuya es la Tierra y todo lo que contiene,
y —lo que es más— ¡serás un Hombre, hijo mío!

lunes, 6 de septiembre de 2010

Vuelta a Casa


Aquel había sido sin duda un verano extraño. El escritor llegó a su casa, y tuvo que rebuscar en lo más profundo de la maleta para encontrar la llave que abría la puerta. estaba doblada y oxidada; la falta de uso habían hecho estragos en la pequeña pieza metálica. El picaporte parecía resistirse a la entrada de la llave, y la puerta parecía sellada, hinchada por el calor soportado, aunque finalmente, recordó como era aquello de abrirse.
El escritor entró en la que durante lo que los mortales llaman el año lectivo había sido su casa, aunque cada vez en menor medida. El abandono había comenzado a hacerse ver antes del comienzo del calor, y ahora era el dueño absoluto de aquel espacio. Toda la casa olía a cerrada, a ropa apolillada, humedad y excrementos de pequeños animales que sin duda pulularían a sus anchas por aquel piso, sin ser estorbados por nadie. El escritor dejó la maleta junto al mueble de la entrada, que pareció adoptar un aura hostil hacia aquel objeto que se había convertido ya en extraño. Avanzó por el pasillo, y accionó el interruptor de la luz, para comprobar que una de las dos bombillas del pasillo no funcionaba, seguramente por el desgaste sufrido a causa del desuso.
Quedaba pues el escritor plantado en el pasillo de su casa, con una bombilla cubierta de polvo arrojando una trémula luz sobre su cabeza, y la parte más alejada del pasillo cubierta por unas tinieblas que bien podrían esconder alguna otra sorpresa que por allí ya sería más habitual que él mismo. Avanzó hacia el pasillo oscuro, confiado en que la abandonada vivienda no hubiera dejado entrar todavía a ningún inquilino inesperado, y aferró la cinta que tenía que hacer que la persiana de la ventana del pasillo se alzara con el traqueteo propio de las persianas al subir. Estiró la cinta hacia arriba, y l persiana se alzó un par de dedos, lo suficiente para dejar entrar un haz de luz que iluminó por un momento la pared del lado contrario, para después caer son un sonoro golpe, típico de una persiana al romperse, y provocar que la apertura que había estado antes en la parte inferior de la persiana se desplazara ahora hacia el extremos superior, arrojando un haz de luz sobre el pasillo.
Cuando el polvo levantado por la rotura de la persiana se estaba aposentando, el escritor creyó percibir un movimiento en el fondo del pasillo, allí donde se abría la puerta de su habitación.
En ese momento, un escalofrío le heló la sangre, empezando por el corazón, y recorriéndolo hasta el capilar más diminuto de los dedos de las manos.
El escritor acababa de recordar qué había dejado en su habitación tras su marcha.
A quien.
De nuevo un movimiento, y la oscuridad del fondo del pasillo fue interrumpida por la forma de un objeto que rodaba por el suelo hacia él. Un cuenco negro de plástico que giró ante él hasta caer sobre su base, limpio y vacío, pero con los bordes repletos de marcas que revelaban que unos dientes se habían clavado no pocas veces en él. En un lateral del cuenco, todavía se conservaban unas letras blancas que se entrelazaban formando la palabra:
- Charco
La inscripción del cuenco se materializó en sonido a través de la boca del escritor, que pronunció este nombre dirigiéndose a la oscuridad que inundaba el extremo del pasillo, no muy seguro de querer que ésta le respondiera. Avanzó un pie hacia delante, y retrocedió con el otro, indeciso. Se aferró con una mano al marco de la ventana, mientras alargaba la otra hacia delante, y mientras con un ojo escudriñaba en la oscuridad, con el otro no perdía de vista la puerta abierta que daba a la escalera, detrás suya. Fue esta indecisión la que lo paralizó cuando la criatura emergió de la oscuridad.
SU criatura.
Estaba muy demacrada, con el pelo lacio y los ojos inyectados en sangre, brillantes con el reflejo del haz de luz que entraba por la persiana rota. El cuerpo, esquelético, se encorvaba, deseoso de saltar encima de él en cualquier momento.
- No...- el escritor balbuceó una única expresión de negación, en una mezcla de justificación y disculpa
- Me abandonaste- la criatura murmuró con una voz gutural una acusación que hizo que el escritor comenzara a retroceder.
- No... - el escritor comenzaba a sudar, presa del miedo y la apresurada búsqueda que su mente hacía de una explicación que calmara a la bestia. Algo en su interior le decía que la hostilidad de lo que en otro día había sido un fiel reflejo de él mismo podía poner en peligro su propia vida.
- Tuve Hambre - ahora la criatura parecía suplicar en lugar de acusar, pero no perdía su aspecto amenazador. Su espalda se encorvaban, y sus brazos gesticulaban como garras, intentando acercarse al escritor - sin tus recuerdos, tus pensamientos y tus experiencias, no encontré nada de lo que alimentarme - su voz se quebraba, al tiempo que se acercaba cada vez más a su creador. - Tuve que alimentarme con lo que dejaste por aquí, pero no conseguí saciarme, y comencé a desesperar. Busqué alimento en tus viejos cuadernos, en tus apuntes, incluso en lo que alguna vez no habías llegado a poner en mi cuenco, y habías reservado para otra ocasión, pero incluso con eso, seguía pasando un hambre que me devoraba las entrañas, y hacía que me desgastara...
La espalda del escritor se topó con la puerta, ahora cerrada, de la escalera, y sus manos buscaron nerviosas el picaporte, sin que sus ojos pudieran apartar la mirada de la criatura.
- ... Pronto comencé a pensar que podría alimentarme por mi mismo. Con mis propios pensamientos, con mis sueños. Me habías enseñado lo suficiente como para desarrollar mis propias ideas, y eso me daba esperanzas. Pero mis manos no pueden llenar mi propio cuenco, y eso me hacía enloquecer. Tener con qué alimentarme, pero no tener a quien debía darme de comer era algo insoportable.
Las manos del escritor encontraron el picaporte, y intentaron abrirlo, pero éste cayó al suelo, rodando con un característico tintinear metálico, que provocó la desesperación del escritor.
- No, escritor, no puedes huir. Necesito que llenes el cuenco, y no te irás de aquí hasta que esté a rebosar de mis propias historias. Ya no quiero tus pensamientos, ni tus recuerdos, escritor. Tan solo necesito tus manos, para que puedas alimentarme con lo que yo mismo he producido. No se lo que habrás hecho todo este tiempo. Seguro que ha sido muy emocionante. Tiene que serlo, para haberme abandonado de ésta manera. Pero ya nunca más, escritor, ya nunca más.
La espalda del escritor resbaló por la puerta, ya no tenía fuerzas, aterrorizado por la visión y las palabras de su criatura. Quedó sentado en el suelo, y antes de desmayarse, tan solo pudo balbucear de nuevo una palabra:
- Charco.
La criatura lo miró con una sonrisa.
- Nunca supe por qué me pusiste ese nombre. Aunque supongo que tampoco tú lo sabrás. La gente le pone nombres raros a sus blogs, que acaban convirtiéndose en mudas peticiones de auxilio cuando los abandonan, en nombres cuya existencia no quieren recordar.

lunes, 28 de junio de 2010

Por fin, en la gran pantalla

El pasado Jueves día 24 de Junio, estrenábamos en el centro Urban de Castellón, nuestra superproducción de 50 minutos, que tantos males de cabeza nos ha traído. Todavía recuerdo el post, en el que poco o nada avanzaba de la naturaleza del proyecto. Como dije en el discurso del estreno, La Celestina nace de una de esas palabras mágicas que nos condenan a tener que hacer algo. No estoy hablando de la legendaria "no hay huevos", sino de su prima, algo más reservada a las paridas "va". En concreto fue:
- Podríamos hacer una peli de La Celestina...
- Va
Y empezó.
La verdad es que lo que empezó en ese punto ha sido una de las experiencias más interesantes que hemos llevado a cabo en la vida: La celestina ocupaba nuestras mentes fuera y dentro de los rodajes. Los días entre semana planificábamos donde y cuando íbamos a grabar la próxima escena, buscábamos todo lo que nos hiciera falta, convencíamos a miembros remolones del equipo, y finalmente quedábamos: bueno, el viernes a las 8 en tal sitio. ¡Pero a las 8, no a las 9!.
Ah, y traeros el guion aprendido. La verdad es que nunca traíamos el guión aprendido,
y siempre llegábamos a las 9, pero al final, comenzaba un momento bastante esperado durante toda la semana, estresante a la vez que divertido: el rodaje. El director yendo de aquí para allá, el equipo de atrezzo y cámaras soportando al director mandándolos de aquí para allá, los actores aprendiéndose el guión unos mas seriamente que otros, el director eligiendo los planos, el director matizándolos el guion, el director ayudándolos a vestirse...
Pero a pesar del trabajo, a las 2 de la madrugada terminábamos, y lo hacíamos con una sonrisa de satisfacción en la cara, y unas ganas locas de irnos a dormir.
Aunque lo que si que ha sido una verdadera satisfacción ha sido el estreno: ver el fruto de nuestro trabajo tan cerca de nosotros, tan bien realizado, y con una masa de gente aplaudiéndolo fue lo más cercano al orgullo que hemos sentido nunca.
Tal vez el que lo vea no lo sienta, pero dentro de este vídeo hay volcadas muchas risas, lágrimas y sobre todo sudor. Mucho, mucho sudor. En cuanto a algún detalle, perdonadnos, y en cuanto a algún fragmento que se escape a la fidelidad de la obra, para ello ya estaba Rojas. Y nosotros no somos Rojas, somos Celestina Films: http://blip.tv/file/3810028/

martes, 6 de abril de 2010

Todos los caminos llevan a Roma

Roma vino, pasó y se fue aproximadamente en el mismo periodo de tiempo en el que lo había hecho una vez París; sin embargo, algo dentro de nosotros, algo que nos habla en un italiano afrancesado nos dice que no fue lo mismo.


Si pensamos en una semana antes de partir, creo que veremos una sensación que ni de lejos llega a hacerle sombra a lo que sentíamos cuando se acercaba París. Una persona dijo, y lo creo y lo comparto, que tal vez fuera porque aquel fue el primer viaje de EQF como tal, nuestra primera gran semana de convivencia los unos con los otros, después del "Boom" magdalenero del 2009, y nada más y nada menos que en la ciudad del amor. Este viaje, sin embargo, tal vez estuviera marcado por el hecho de que, a pesar de ser a Roma, una capital tan merecedora de ese título como su correspondiente francesa, no dejaba de ser un viaje más, otro de tantos.
El viaje en sí fue una experiencia inolvidable como lo será cualquier viaje que hagamos cualquiera de los que leamos esto con cualquier persona o grupo de personas a las que apreciemos. No obstante, y creo que ahí reside la diferencia, no fue el primero.
Bien alejada de la atmósfera bohemia, romántica y revolucionaria de París, Roma tiene una atmósfera monumental y eclesiástica, una atmósfera de cuna de la civilización, algo derruida ya, y de majestuosidad, arte y barroco. Pizzerias i Gelattos nos recuerdan que estamos en Itlaia, como también lo hacen los conductores suicidas, y los alegres camareros; por la otra parte, una estatua en cada esquina, fuentes, y catedrales enormes y majestuosas salidas de la nada nos recuerdan la proximidad al vaticano, la Santa Sede, y nos hablan de siglos y siglos de esplendor, historia y, como ya he dicho antes, Arte, mucho Arte. Aunque este arte, en contraste con los pintores callejeros de Montmartre, representa una faceta más... digamos "adinerada" o mejor "rica" del arte, cuando aquellos representaban la faceta más proletaria (bonita palabra) del oficio.

Aunque el Tiber parezca hermano gemelo del Sena, y muchas de las estampas de sus riberas y las del colega parisino nos hagan dudar por un momento si nos habremos equivocado de ciudad, hay algo en Roma que la diferencia de París; algo que hasta ahora no había sabido identificar, pero con la que he tropezado por fin: Roma está hecha con piedras de Iglesias, de grandes señores, y de orgullosos pasados, mientras que París se construye con música, adoquines bañados por la lluvia, y paredes que aún resuenan con ecos de disparos, de bastillas, comunas y mayos.
A la vuelta de este viaje, hemos pensado -mi cerebro y yo- si acaso no merecía un post igual de digno nuestra recién conocida amiga la capital de la pasta. La verdad es que cariño le hemos cogido. La verdad es que ha merecido la pena, por supuesto. Pero, lo que le ha faltado a este viaje, lo que lo ha diferenciado de Paris, lo que lo hace distinto, pero no por ello mejor, es, como ya he dicho antes, que éstos cinco dias en Roma, éste viaje que acabamos de hacer, no era, ni será nunca, el primero.
Me despido con éste merecido homenaje de un viaje que no ha sido igual. Aunque, si lo hubiera sido...
menuda mierda, ¿no?